Traducido al español por Paola Nalvarte de Language Access Austin. Read the English version here.
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Era la media tarde del 28 de septiembre de 2021 cuando Antelmo Ramírez comenzó a actuar de manera extraña. Ramírez, un hombre de 57 años proveniente del estado mexicano de Nuevo León, trabajaba en el sitio de construcción en expansión de la Gigafábrica de Tesla, al sureste de Austin, construyendo estructuras de madera para un vertido de hormigón. Era de estatura promedio, de contextura robusta, tenía un poco de barba y llevaba el pelo corto y entrecano. Según su hija mayor, era un hombre reservado, pero era juguetón con sus nietos. Se había vuelto a casar recientemente y su nueva esposa lo consideraba respetuoso, confiable y “muy trabajador”.
De acuerdo con los datos meteorológicos registrados, la temperatura cerca del lugar de trabajo de Ramírez alcanzó los 96 grados Fahrenheit ese día.
Lo que sucedió a continuación consta en los informes de la Oficina del Alguacil del Condado de Travis, de los Servicios Médicos de Emergencia (EMS, por sus siglas en inglés) del condado de Travis y Austin y la Administración Federal de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés). En algún momento después de las 3 p. m., sus compañeros de trabajo notaron que Ramírez —que había comenzado a trabajar para un contratista de Tesla llamado Belcan Services pocos días antes— se veía desorientado. Un supervisor de Belcan hizo que Ramírez se siente en una camioneta con aire acondicionado durante unos 10 minutos, según la narración de un asistente de la oficina del alguacil, pero Ramírez siguió aturdido y balbuceante. El supervisor llevó a Ramírez a una unidad médica móvil que estaba a una milla de distancia, en donde Ramírez empezó a tener “una reacción similar a una convulsión”, vomitó y quedó inconsciente.
Un paramédico de Tesla, según el informe, hizo la primera llamada al 911 poco antes de las 3:45 p.m., y a continuación le realizó la reanimación cardiopulmonar, incluida una descarga de desfibrilación, hasta que llegó el personal del Departamento de Bomberos de Austin y de los EMS. Los paramédicos, que continuaron con la reanimación cardiopulmonar durante más de una hora, registraron la temperatura corporal de Ramírez en 106, 106.4 y 105.1 grados Fahrenheit. Lo metieron en una bolsa para cadáveres llena de hielo para intentar enfriarlo, pero Ramírez nunca respondió a las medidas de resucitación. A las 5:02 p.m. lo declararon fallecido.
El informe de la autopsia de Ramírez identificaría finalmente su causa de muerte como hipertermia -término médico para referirse a una temperatura corporal anormalmente alta-, que puede sobrepasar rápidamente los mecanismos de refrigeración del cuerpo humano y quemar los órganos internos en cuestión de minutos.
Gigafábrica de Tesla en las afueras de Austin, 10 de septiembre de 2021 Roschetzky Photography/Shutterstock
Por muy terrible que parezca, las muertes en el trabajo como la de Ramírez son algo común en Texas. Podría decirse que el estado es el más mortífero del país para los trabajadores en general y para los trabajadores del sector de la construcción en particular, ya que el calor desempeña un papel significativo y sistemáticamente poco reconocido en las enfermedades, accidentes y muertes relacionados con el trabajo. A pesar de las sofocantes temperaturas de Texas, las leyes estatales no obligan a los empleadores a que sus empleados tomen descansos. La legislación federal obliga a los empresarios a proporcionar lugares de trabajo seguros, pero no exige específicamente descansos u otras precauciones contra el calor. Texas, uno de los estados con menos sindicatos en el país, también es el único que permite a la mayoría de las empresas del sector privado renunciar por completo al seguro de compensación para trabajadores. Los peligros que genera este sistema de negligencia tienden a recaer sobre todo en los hombres inmigrantes y no blancos.
Tesla, la empresa de vehículos eléctricos de Elon Musk, se instaló en 2020 en Texas, un estado que favorece a los empleadores, con planes de construir su nueva Gigafábrica y trasladar su sede al condado de Travis, en la ribera del río Colorado, a pocas millas del aeropuerto de Austin. La corporación arrastraba un largo historial de violaciones a las normas de seguridad laboral, además de denuncias de no reportar los accidentes ante los órganos reguladores, en California y Nevada. Los defensores de los trabajadores del centro de Texas dieron la voz de alarma, y el gobierno del condado consiguió algunas promesas de seguridad por parte de la corporación a cambio de exenciones fiscales. Pero el caso de Ramírez, que el Texas Observer ha investigado durante cinco meses, no sólo pone al descubierto la precariedad de la red de seguridad estatal para los jornaleros, sino que también revela que Tesla no reportó de manera exhaustiva sobre los accidentes en los informes de cumplimiento exigidos por el condado.
A las 6:34 p.m., Jessica Galea, investigadora de la Oficina de Medicina Forense del Condado de Travis, llegó a la sede de Tesla. En la unidad médica móvil, vio el cuerpo de Ramírez todavía en la bolsa llena de hielo, con los ojos inyectados en sangre, vestido sólo con calcetines grises, según su informe escrito. Posteriormente, un supervisor la llevó de vuelta al lugar de trabajo de Ramírez, “fuera de la carretera, por una pendiente”, donde vio dos barriles llenos de hielo y agua embotellada. “No había lugares de sombra”, señaló, y el supervisor “no pudo especificar cuándo ni cuánto duraban los descansos”. Finalmente, Ramírez fue introducido en una bolsa azul para cadáveres para ser trasladado. Después de hacer fotografías de la escena, Galea se marchó cerca de las 7:30 p.m.
Según los expedientes judiciales del condado de Starr, donde vivía Ramírez cuando no viajaba por trabajo, él murió sin testamento, y su patrimonio consistía casi en su totalidad en una camioneta Chevrolet “valorada en unos 25.000 dólares”.
En un primer informe de la autopsia, firmado en diciembre de 2021, el inspector médico del condado de Travis identificó la causa de la muerte de Ramírez como una “enfermedad cardiovascular hipertensiva y aterosclerótica”, es decir, presión arterial alta y acumulación de placa en las arterias. Según un portavoz del condado, la oficina del médico forense no recibió los registros de temperatura de los EMS hasta más tarde y modificó sus conclusiones. En un segundo informe, firmado el 3 de marzo de 2022, el médico forense cambió la causa de la muerte a hipertermia -que “puede causar latidos cardíacos anormales fatales (arritmia), convulsiones, coma y muerte”- e incluyó el estado de la presión arterial y la placa en las arterias como una “condición coadyuvante”.
El 4 de marzo del año pasado, la OSHA —la agencia federal encargada de investigar las muertes de trabajadores— emitió una sanción por la muerte de Ramírez en la que se alegaba que Belcan Services, su empleador, había expuesto a los trabajadores “al peligro reconocido del calor ambiental elevado con un índice de calor de 98°F bajo el sol directo”. La multa fue de sólo 14.502 dólares, la sanción máxima por una única infracción “grave”, menos de la mitad del valor del coche nuevo más barato de Tesla. Belcan impugnó la multa y el juicio está previsto para el mes de julio ante un juez administrativo.
La OSHA, una agencia pequeña y con poco personal, ha tenido dificultades para imponer multas por exposición al calor debido a la falta de claridad de la normativa en la materia y al éxito de las impugnaciones de los empresarios. En los últimos años, se han desestimado multas por exposición al calor en Ohio y Texas, uno de los muchos obstáculos, según los defensores, que protegen a los empresarios de la responsabilidad por las vidas de trabajadores como Ramírez.
Desde los campos agrícolas de California hasta los almacenes de Pensilvania, pasando por las explotaciones petrolíferas y de gas del Medio Oeste, los trabajadores de todo el país se juegan la vida a cambio de un salario. La Oficina Federal de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) registra unas 5.000 muertes en el trabajo al año. Sin embargo, de los 50 estados, Texas destaca por ser una especie de campo de exterminio para los trabajadores que alimentan su siempre candente economía.
En 2021, un trabajador del estado de la estrella solitaria murió en el trabajo cada 16.5 horas, y un trabajador de la construcción falleció cada 3 días, según los datos de la BLS. Un análisis del Texas Observer reveló además que, cada año entre 2009 y 2021, Texas registró más muertes de trabajadores que cualquier otro estado, incluida la superpoblada California, al tiempo que tuvo la mayor tasa de mortalidad de trabajadores entre los cinco estados más grandes del país. De 2011 a 2021, Texas fue testigo de un total de 1.306 muertes de trabajadores de la construcción, más que California y Pensilvania juntos.
“Texas es simplemente un lugar realmente terrible para los trabajadores de la construcción”, dijo David Chincanchan, director de políticas del Proyecto Defensa Laboral (PDL), una organización sin fines de lucro que organiza a los trabajadores de la construcción de Texas. “No estamos ni cerca de donde se encuentran otros lugares de la nación en términos de protección a los trabajadores”.
Los peligros abundan en las obras de construcción. Los datos federales sobre víctimas mortales identifican las “caídas, resbalones y tropiezos” y los “incidentes de transporte” entre los tipos de accidentes más comunes. Según la BLS, las muertes por “exposición al calor ambiental” son escasas: apenas algunas docenas de casos al año en todas las industrias del país. Pero los defensores y las agencias federales argumentan que las estadísticas de la BLS no recogen específicamente las muertes por exposición al calor como la de Antelmo Ramírez.
Así es como el calor mata: cuando realizas un trabajo físico, tu cuerpo está expuesto tanto al calor metabólico interno como al calor ambiental externo. Para refrescarse, aumenta la circulación sanguínea y la sudoración. Pero con una exposición prolongada al calor y a medida que se produce la deshidratación, estos mecanismos de refrigeración pueden fallar, provocando una serie progresiva de síntomas como mareos, náuseas y daños renales. En el peor de los casos, se produce un golpe de calor; la temperatura interna puede elevarse a 106 grados en cuestión de minutos, provocando confusión, convulsiones y la muerte.
Las muertes en el trabajo relacionadas con el calor suelen pasar desapercibidas debido a deficiencias tanto en la recopilación de datos como en la investigación de las muertes. Por ejemplo, un trabajador con exceso de calor que se marea y se desploma puede registrarse simplemente como una muerte por caída. Y los médicos forenses suelen necesitar pruebas circunstanciales específicas (como las lecturas de la temperatura corporal de los EMS) para diagnosticar una muerte por hipertermia. Según un informe reciente de la Agencia Federal de Protección del Medio Ambiente: “En muchos casos, el médico forense podría clasificar la causa de la muerte como una enfermedad cardiovascular o respiratoria, sin saber con certeza si el calor fue un factor coadyuvante”.
En un informe de 2022, el grupo de defensa sin fines de lucro Public Citizen utilizó un conjunto de datos de la BLS, estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), cifras de reclamaciones de indemnización de los trabajadores de California y estudios académicos para estimar que el calor produce anualmente 170.000 accidentes laborales y entre 600 y 2.000 muertes.
“Definitivamente, somos muy conscientes del historial de aparente negligencia de Tesla hacia sus trabajadores”.
Para los que sobreviven, el golpe de calor puede dejar daños permanentes en los órganos, discapacidad cognitiva y una mayor vulnerabilidad al calor. Es complicado determinar exactamente qué temperatura ambiente es peligrosa para los trabajadores, pero en 2018 los CDC sugirieron que 85 grados Fahrenheit “podrían usarse como un umbral de detección para prevenir enfermedades relacionadas con el calor.” Los expertos en seguridad y la OSHA enfatizan que los accidentes relacionados con el calor son totalmente prevenibles, en gran parte a través de tres medidas simples: abundante agua fría, descansos regulares y tiempo bajo la sombra. Pero muchos empresarios renuncian a estas precauciones por falta de una normativa eficaz y en aras de sus beneficios.
Debido a la falta de registros por parte de los empleadores y a la jurisdicción limitada, la OSHA solo investiga alrededor de una quinta parte de las muertes de trabajadores que la BLS reporta anualmente. Una búsqueda con la palabra clave “calor” en la base de datos de inspección de fatalidades de la OSHA produce solo alrededor de 120 investigaciones relacionadas con el calor desde 2017, de las cuales 25 corresponden a Texas.
Desde 1972, una agencia federal de investigación llamada Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional ha recomendado que la OSHA adopte una normativa federal de seguridad contra el calor: un conjunto de reglas de cumplimiento obligatorio como las que existen para la protección contra caídas y la exposición a asbestos. Sin embargo, la OSHA aún no lo ha hecho.
“Conocemos los peligros del calor desde que conocemos la actividad laboral”, afirma Jordan Barab, exsubsecretario adjunto de la OSHA bajo la presidencia de Barack Obama. “Aunque se trata de una antigua problemática de salud, desgraciadamente sigue siendo una normativa relativamente nueva, al menos a nivel federal”.
Algunos estados han abordado la brecha normativa con sus propios estándares de calor. Entre ellos se encuentran California, Washington, Oregón y Minnesota, estados con temperaturas medias más bajas que Texas. Según Public Citizen, la norma de California puede haber reducido los accidentes por calor en un 30% desde su aplicación en 2005. Texas no ha tomado ninguna medida en este sentido. Dos ciudades de Texas, Austin y Dallas, han aprobado sus propias políticas de descanso para los trabajadores de la construcción, pero la legislatura estatal, controlada por el Partido Republicano, ha intentado en repetidas ocasiones acabar con estas leyes locales y puede que este año lo consiga. (Las instalaciones de Tesla en el condado de Travis se encuentran fuera de los límites de la ciudad de Austin, por lo que la política municipal de descansos no se aplica allí.)
En lugar de una normativa federal sobre el calor, la OSHA se ha basado en campañas educativas que alientan a los empresarios a proteger a sus trabajadores, además de algunas inspecciones proactivas durante los meses de calor para fomentar las mejores prácticas. Para cualquier cumplimiento de la ley relacionado con el calor, la agencia ha dependido de un ley con 50 años de antigüedad denominado Cláusula de Obligación General —como hizo en el caso de Ramírez—, que establece en términos generales que los empleadores deben proporcionar lugares de trabajo libres de “peligros reconocidos”. Cuando ha sido objetada por los empleadores, la OSHA ha tenido problemas para justificar estas sanciones, en parte porque la propia agencia se ha negado a emitir una normativa clara sobre el calor. En 2019, una comisión federal de revisión desestimó un caso de muerte por calor contra una empresa de techado y, citando ese fallo, un juez administrativo anuló cinco multas relacionadas con enfermedades por calor entre los trabajadores del Servicio Postal de los Estados Unidos en 2020.
“Las sanciones en virtud de la Cláusula General de Obligaciones son un proceso lento”, afirmó Barab. “No solo se impugnan y se anulan, sino que suponen mucho más trabajo”.
En 2021, el gobierno de Biden inició finalmente el proceso normativo para promulgar una norma federal de la OSHA sobre el calor, pero el proceso podría durar cinco años o más y podría interrumpirse si un republicano llegara a la presidencia en 2025. En su comunicado de propuesta de reglamentación, la OSHA especificaba que, aunque la mayoría de las muertes por calor se producen en el exterior, algunas ocurren en el interior. La entidad señala a la agricultura y la construcción como los sectores más vulnerables, y el cambio climático hará que estos trabajos sean cada vez más peligrosos.
Un tercio de los trabajadores que han muerto a causa del calor desde 2010 eran hispanos, señaló la OSHA, mientras que Public Citizen afirmó que los trabajadores con bajos ingresos sufrían cinco veces más daños a causa del calor que los obreros mejor pagados. En Texas, el Observer encontró que de 2011 a 2018, los hispanos nacidos en el extranjero (en su gran mayoría hombres) —que forman la columna vertebral de la industria de la construcción del estado— representaron el 21% del total de muertes de trabajadores, a pesar de constituir solo el 11% de la población.
La OSHA también señaló en su comunicado que “el 70% de las muertes [por calor] se producen en los primeros días de trabajo”, como fue el caso de Ramírez, lo que subraya la importancia de “aclimatar” a los nuevos empleados aumentando lentamente sus tareas.
Por consiguiente, en casi todos los aspectos, el caso de Ramírez fue paradigmático. Era un hombre nacido en México, que trabajaba en la construcción a altas temperaturas, en Texas, sin derecho legal a descansos y era nuevo en el trabajo. Todo eso, junto con otra característica típica: al igual que todos los que salimos a trabajar, un ser querido en algún lugar esperaba verlo regresar a casa sano y salvo ese día.
Jasmin Muñoz, que entonces tenía 29 años, sólo recuerda vagamente el momento en que se enteró de que había perdido a su padre. “Recuerdo que estaba en mi sala de estar en ese momento y se me entumecieron las piernas -mi marido estaba detrás de mí- y supongo que me desmayé”, dijo. “Ni siquiera me di cuenta de que mis hijos estaban allí; no sé si grité”.
Muñoz, profesora de un colegio público de Pasadena, un suburbio de Houston, recibió la noticia a través de una tía, como parte de una serie de llamadas familiares caóticas que se produjeron el martes por la tarde y la noche en que murió Antelmo Ramírez. Las palabras de su tía -“Tu papá falleció”- eran difíciles de creer. ¿Por qué su padre, que había estado bien, iba a morir ahora de un aparente infarto en el trabajo?
Dos días antes, Muñoz había estado en Illinois para asistir a la boda de un pariente político, pero esa misma tarde había hablado por teléfono con Ramírez. Fue una de esas llamadas familiares especiales en las que acabas hablando más de lo que esperas. Tenía previsto volver a llamar al día siguiente, lunes, pero ella, su marido y sus dos hijos regresaron tarde a Houston. Pensó que no había problema, que podría llamarle el martes cuando saliera del trabajo, una oportunidad que nunca tendría.
El shock empañó aquellos primeros días. Una prima vino a llevarse a los niños, que entonces tenían 3 y 5 años. El miércoles, se fue al colegio a hacer copias para un sustituto. (“Pensándolo bien, no sé lo que hacía en el colegio”, dijo). Y, poco después, estaba en el funeral del condado de Starr, donde la familia de su padre había comenzado su vida en Estados Unidos.
Antelmo Ramírez cargando a Jasmin Muñoz cuando era una niña en Houston Courtesy of Jasmin Muñoz
Antelmo Ramírez era originario de la pequeña localidad de Agualeguas, a unas 30 millas de la frontera entre Estados Unidos y México. En su adolescencia, contó Muñoz, su padre emigró a la zona de Roma, en el condado rural fronterizo de Starr, en Texas. Ramírez fue un trabajador agrícola migrante junto con otros miembros de la familia, siguiendo las cosechas de cebollas y melones, y viajaba por temporadas a Illinois para trabajar en los campos de maíz. Finalmente se casó con la madre de Muñoz y se convirtió en ciudadano estadounidense en los años 90. Muñoz y sus dos hermanos pequeños se criaron tanto en el área de Houston como en el condado de Starr, comentó Muñoz, mientras Ramírez pasó de trabajar en el campo a trabajar en refinerías, especializándose en la construcción de andamios. Ella y su “apá” siempre fueron muy unidos: “Yo era como su pequeña sombra cuando volvía a casa del trabajo”, dijo.
Durante la infancia de Muñoz, Ramírez solía ausentarse largas temporadas para trabajar en las refinerías. Recuerda que una de las primeras veces que su papá se despidió antes de irse a trabajar, “pensé que nos iba a dejar para siempre; me puse a llorar”. Así que después de eso, para evitar esa situación, empezó a irse “como a las cuatro de la mañana”.
Ramírez y ella tenían personalidades parecidas. Ella lo describe como un hombre tímido, generoso, franco y un poco particular. Recuerda que ya de adulta la regañó por utilizar una marca equivocada de limpiador de suelos y que, como se preocupaba por su salud, siempre le recordaba que “es mejor comer en casa”.
En sus últimos años, Ramírez -quien se separó de la mamá de sus hijos mientras Muñoz estaba en la universidad- estaba disfrutando su rol de abuelo. Cuando Muñoz, que entonces vivía en Illinois, tuvo su primer hijo, Ramírez condujo desde Texas con una nevera llena de carne para fajitas. Ella intentó decirle que en el norte también había tiendas mexicanas, pero él insistió en que no sería lo mismo. Como Muñoz no tenía parrilla, fue a comprar una para la comida. En su segundo parto, ya de vuelta en Houston, acudió al hospital, pero estuvo poco tiempo en la sala de partos: “No podía soportar verme sufriendo”.
A medida que sus hijos crecían, Muñoz vio aflorar el lado juguetón de Ramírez que no veía desde que era pequeña. No le gustaba que lo fotografiaran, pero ella le sacaba fotos a escondidas cuando jugaba con sus hijos.
Después del funeral, Muñoz les contó por fin a su hijo y a su hija lo que había pasado, recurriendo a las frases apropiadas para niños que utilizamos en situaciones como ésta. “Dios a veces necesita más ángeles, y como su abuelo tenía un gran corazón, su corazón sencillamente se paró”, recuerda haberles dicho. No hace mucho, su hijo, que ahora tiene 5 años, dijo que estaba esperando una estrella fugaz para poder desear el regreso de su papá. “Creo que me partió en dos”, dijo, “pero lo que más me quebró fue que no dijo ‘mi abuelo’. Dijo ‘tu papá’”.
Los recuerdos están siempre presentes. Está el violín que él le ayudó a comprar cuando era una mariachi adolescente, un instrumento que ya no se atreve a tocar mucho. Además, el martes que murió era el día de las fotos escolares. “Así que veo la foto que nos hicieron a mis hijos y a mí ese día, y es como si nos hubieran robado una sensación de seguridad”, dijo Muñoz, “porque sabemos que no era su momento”.
Un año antes de su muerte, Ramírez también se había vuelto a casar. Su esposa, Mirtha Prado Franco, dijo vía telefónica que seguía viviendo con la madre de Ramírez en el condado de Starr y que su fallecimiento la había dejado en una especie de limbo. “No tengo nada”, dijo. “Estoy en el aire”.
En mayo de 2020, Tesla -un gigante del automóvil eléctrico valorado actualmente en unos 500.000 millones de dólares- anunció que Austin y Tulsa (Oklahoma) eran las ciudades finalistas para albergar la quinta “Gigafábrica” de la corporación, el rimbombante término que utiliza la empresa para referirse a sus instalaciones de producción.
Corporaciones como Tesla y Amazon utilizan la competencia entre ciudades para obtener las máximas ventajas fiscales, a pesar de que los críticos afirman que los incentivos rara vez influyen en las decisiones de ubicación de las empresas. Cuando los distintos niveles de gobierno de la zona de Austin empezaron a debatir los acuerdos fiscales, los sindicatos y los defensores del buen gobierno se opusieron. Por un lado, Elon Musk, CEO de Tesla, había anunciado ese mismo mes la posibilidad de trasladar la sede de la empresa a Texas en protesta por las restricciones impuestas por la COVID-19 en California, cuando apenas habían transcurrido dos meses de la letal pandemia. Por otro, el historial de Tesla en materia de seguridad laboral ya estaba bien asentado.
Entre 2018 y 2020, medios de noticias como Reveal, Bloomberg y USA Today descubrieron que Tesla clasificó erróneamente los accidentes y no los reportó a los reguladores en sus fábricas de California y Nevada en repetidas ocasiones. Y desde 2018 hasta marzo de 2023, Tesla fue citada por OSHA 49 veces por un total de 116 infracciones de seguridad -el doble de citaciones que Ford y General Motors juntos con tres veces más infracciones-, según un análisis de datos federales realizado por el Observer. En julio de 2019, un hombre de 61 años fue encontrado muerto una mañana en la Gigafábrica de Tesla en Nevada, aunque la oficina del médico forense local dijo al Observer que la muerte fue causada naturalmente por hipertensión y formación de placa en las arterias.
“Hay una larga historia de sanciones por parte de la OSHA, mucho más que otras empresas”, dijo Marcy Goldstein-Gelb, codirectora ejecutiva del Consejo Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional, una organización sin fines de lucro. “Definitivamente, somos muy conscientes del historial de aparente negligencia de Tesla hacia sus trabajadores”.
A pesar de estas preocupaciones, el Distrito Escolar Independiente de Del Valle, que atiende a una zona no incorporada y pobre al sureste de Austin propiamente dicho, votó 7-1 en julio de 2020 para conceder a Tesla una exención del impuesto sobre bienes inmuebles por un valor de unos 50 millones de dólares. Un administrador calificó el proceso como “completamente apresurado”.
Pisándole los talones al distrito escolar, el condado de Travis -que levantó una moratoria autoimpuesta sobre incentivos económicos solo para considerar la propuesta de Tesla- retomó su propia propuesta fiscal. Algunos activistas laborales y comunitarios pidieron que se retrasara el acuerdo, argumentando que Tesla vendría a Austin independientemente del acuerdo, mientras que un comisionado del condado “suplicó un poco de tiempo” para obtener más información. Los comisionados aprobaron el acuerdo el 14 de julio, con cuatro votos a favor y una abstención.
Elon Musk, una de las personas más ricas del mundo, es el CEO de Tesla, Inc. Rokas Tenys/Shutterstock
El acuerdo del condado con Tesla prometía al menos 14 millones de dólares en reembolsos del impuesto sobre bienes inmuebles a lo largo de 10 años. A cambio, Tesla prometía crear 5.000 nuevos puestos de trabajo a tiempo completo, lo que, según el condado, ayudaría a los residentes a sobrellevar la recesión consecuencia de la COVID. Incluso con los reembolsos, el condado dijo que obtendría muchos más ingresos fiscales de Tesla que de la mina de arena y grava que operaba en el deseado terreno de 2.100 acres de la empresa. El acuerdo también incluía algunas condiciones favorables a los trabajadores, como un salario mínimo de 15 dólares por hora, pero los defensores de los trabajadores, incluido el Proyecto Defensa Laboral, lo criticaron por carecer de una supervisión externa del cumplimiento, lo que, según el PDL, equivalía a dejar que Tesla “se vigilara a sí misma”. Aproximadamente una semana después de la votación del condado, Musk reveló que Austin había ganado a Tulsa en la elección de la fábrica, y según reportes, la construcción inicial comenzó ese mes.
Rápidamente, el PDL comenzó a recibir informes de los trabajadores sobre las condiciones inseguras y los accidentes que se producían en la obra. El pasado mes de noviembre, la organización presentó quejas ante el Departamento de Trabajo federal alegando que a un número indeterminado de trabajadores, empleados por contratistas de Tesla, se les había robado el salario durante la construcción de la Gigafábrica y que a un trabajador se le habían proporcionado certificados de capacitación en seguridad de la OSHA falsificados. El medio More Perfect Union también informó sobre trabajadores que se desmayaron a causa del calor y sufrieron lesiones graves en las manos en el sitio, al tiempo que una investigación del Observer sobre las inspecciones de la OSHA reveló que algunos trabajadores estuvieron expuestos a altos niveles de monóxido de carbono y que uno se fracturó un brazo.
Según su acuerdo con el condado de Travis, Tesla debe informar al condado “del número de accidentes y muertes, si los hubiera, que puedan haberse producido durante la construcción” de la fábrica. En el informe de Tesla correspondiente a 2021, obtenido por el Observer a través del condado, la empresa facilitó un único registro de accidentes del formulario 300 de la OSHA, en el que se enumeran 21 accidentes o dolencias relacionadas con el trabajo, entre ellos un esguince en la mano, una laceración en la boca y una fractura en el codo.
El informe de Tesla al condado de Travis, sin embargo, no incluía todos los accidentes o muertes que tuvieron lugar durante la construcción de la obra. Por ejemplo, no incluía la muerte de Antelmo Ramírez en septiembre de 2021. Y Hannah Alexander, una abogada del PDL, dijo al Observer que había hablado con muchos otros trabajadores heridos en el sitio de Tesla en 2021 “cuyos accidentes no fueron reportados”.
“Quiero poder mirar a mis hijos y decirles que hice todo lo que pude para obtener respuestas y evitar que esto tan horrible que le pasó a su abuelo vuelva a suceder”.
Según el documento facilitado por Tesla, la empresa parece haber informado sólo sobre los accidentes de sus propios empleados y no de los de sus contratistas y subcontratistas. Los servicios federales no publican datos exhaustivos de accidentes en lugares de trabajo específicos, que pueden albergar a muchos empleadores distintos a corto y largo plazo, pero la OSHA sí publica algunos datos agregados de registro de accidentes. Usando la dirección de la Gigafábrica de Texas, el Observer identificó al menos seis accidentes adicionales en los datos de OSHA de 2021 que Tesla no reportó al condado de Travis, además de la muerte de Ramírez.
Estas omisiones se produjeron a pesar de que el propio manual de seguros de Tesla, tal como se presentó al condado, establece que: “Todos los accidentes, sin importar lo pequeños que sean, se informarán a Tesla y Contratista(s) de inmediato”.
El Observer preguntó por primera vez al condado de Travis sobre la discrepancia en cuanto a los accidentes en marzo. Hacia finales de ese mes, Tesla presentó su último informe anual al condado cubriendo 2022, que el Observer también obtuvo del condado. Esta vez, Tesla volvió a incluir un registro de accidentes de la OSHA —enumerando 100 accidentes, frecuentemente de los empleados con el título común de Tesla de “asociado de producción”—, pero por primera vez Tesla también presentó un documento adicional, que el condado proporcionó al Observer como un archivo PDF titulado “Lista de eventos de contratistas de 2022”. El nuevo documento enumeraba 52 accidentes más sufridos por empleados de aparentes contratistas de Tesla. De esos 52 casos, 25 eran de empleados de Belcan, la empresa que contrató a Antelmo Ramírez en 2021.
A principios de abril, el condado de Travis dijo al Observer que estaba solicitando a Tesla que proporcione información adicional de accidentes de los años anteriores hasta el 2022. El condado también dijo que en realidad aún no había emitido ningún reembolso de impuestos a la propiedad a Tesla, ya que continúa revisando el grado de cumplimiento.
“El condado de Travis sigue comprometido con la protección de los derechos de los trabajadores y la mejora de las condiciones de trabajo para aquellos que están construyendo nuestra comunidad”, dijo el portavoz Héctor Nieto en una declaración escrita. “Esta es la razón por la que la Corte de Comisionados del Condado de Travis incluye requisitos en sus Acuerdos de incentivos de desarrollo económico. … El personal evaluará si alguno de los requisitos no se cumplió, la mejor manera de rectificar el incumplimiento y proporcionará recomendaciones a la Corte de Comisionados para tomar medidas adicionales.”
La Gigafábrica de Texas, de 10 millones de metros cuadrados, se inauguró oficialmente el pasado abril con una fiesta de “ciber rodeo” -con fuegos artificiales y Elon Musk con un sombrero de vaquero- que provocó que el distrito escolar enviara a los niños a casa temprano ese día para evitar el tráfico. En abril, la fábrica alcanzó el hito de producir 4.000 vehículos Model Y en una semana. Según informó en enero el Austin American-Statesman, Tesla sigue ampliando sus instalaciones y prevé invertir más de 700 millones de dólares en obras adicionales.
El acuerdo entre el condado de Travis y Tesla también especificaba que Tesla “haría todo lo posible por presentar una solicitud satisfactoria” para el Programa de Protección Voluntaria de la OSHA, que sustituye las inspecciones periódicas por el cumplimiento proactivo y la cooperación. En abril, un portavoz de la OSHA dijo al Observer que la empresa no había presentado ninguna solicitud.
Tesla, que disolvió su equipo de relaciones públicas en 2020, no respondió a los numerosos mensajes enviados a su cuenta de correo electrónico de prensa ni a los correos electrónicos o llamadas a cinco altos funcionarios y al presidente de su directorio.
Jasmin Muñoz tuvo un sueño a finales de 2021. Su padre y su abuelo, también fallecido, estaban conversando. Su padre se dirigió a ella y le dijo, misteriosamente, que iba a recibir una llamada y que necesitaba que sea fuerte. Después de eso, sus sospechas sobre la muerte de Ramírez fueron cada vez mayores.
En marzo de 2022, cuando se enteró de que el médico forense había cambiado la causa de la muerte a hipertermia, supo que la muerte de su padre había sido algo más que un accidente: había sido una injusticia. Muñoz buscó un abogado quien interpuso una demanda en el condado de Harris el pasado mes de mayo en nombre de Muñoz y sus hermanos contra Belcan Services Group L.P. y Tesla, Inc.
La demanda sostiene que las empresas no capacitaron adecuadamente a los empleados, no proporcionaron un lugar de trabajo seguro y no facilitaron tratamiento médico. En concreto, la demanda acusa a las empresas de negligencia grave, definida en la legislación estatal como “indiferencia consciente” ante peligros conocidos. En Texas, es necesario cumplir este requisito para poder demandar a los empresarios que cuentan con el seguro de compensación para trabajadores, como Belcan y Tesla.
En marzo de este año, Muñoz declaró al Observer que en la llamada telefónica que mantuvo con su padre dos días antes de su muerte, Ramírez mencionó que “sentía que no podía tomar un descanso” en la obra de Tesla. Prado Franco, la esposa de Ramírez, dijo al Observer que creía que no había sombra y que el sitio estaba en general “descuidado”.
A partir de los informes del alguacil y los bomberos, el Observer obtuvo información de contacto de seis personas que estaban en el lugar de trabajo ese día. Contactados telefónicamente, dos de los seis hicieron breves comentarios. Gaspar Cano, identificado como supervisor en el informe del alguacil y como la persona que condujo a Ramírez desde el lugar de trabajo hasta la unidad médica móvil, dijo que “ninguno en absoluto” cuando se le preguntó si hubo problemas de seguridad. Antes de colgar, Cano declaró que había suficientes descansos y agua disponible.
Felipe Benavides, también identificado como supervisor en el informe, dijo: “Todo estaba bien en cuanto a seguridad. … Había agua helada, descansos; como [Ramírez] era nuevo en el trabajo era la persona con menos tareas”, añadiendo que Ramírez tenía “problemas médicos” no especificados.
El Observer no pudo obtener la grabación de la llamada al 911 de ese día -que los EMS del condado de Travis y Austin habían informado que fue borrada- y todavía está a la espera de la divulgación de los videos de la cámara de control de la oficina del alguacil del condado de Travis.
Antelmo Ramírez (izquierda); Ramírez con Jasmin Muñoz en su quinceañera; Ramírez con sus nietos en Pasadena Courtesy of Jasmin Muñoz
En sus declaraciones ante el tribunal, tanto Belcan como Tesla negaron haber actuado con negligencia y atribuyeron la muerte de Ramírez a “problemas médicos preexistentes”. Tesla culpó además a Ramírez de no haber “tomado las precauciones ordinarias”. Muñoz y Prado Franco declararon al Observer que desconocían cualquier problema médico que pudiera haber desencadenado la muerte de Ramírez. El médico forense dijo que Ramírez no tenía “historial médico conocido”.
Tesla también alegó, en su presentación, no ser responsable por el hecho de que Ramírez trabajaba para un contratista. Goldstein-Gelb, la experta en seguridad laboral del Consejo Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional, dijo al Observer que hay precedentes legales de que una empresa en la posición de Tesla es responsable de lo que ocurre en sus instalaciones, mencionando un acuerdo particular pagado por Walmart en 2013 en Massachusetts.
Los juicios en la demanda del condado de Harris y la impugnación de las sanciones de la OSHA están pendientes. En respuesta a las solicitudes de comentarios del Observer, un portavoz de Belcan dijo que la empresa “no hace comentarios sobre asuntos legales pendientes”.
Mientras tanto, Muñoz tiene que encontrar su propio cierre. Para hacerlo, quiere conseguir más información sobre lo que ocurrió con su padre y difundir información sobre la seguridad de los trabajadores para que otros no corran la misma suerte. “No quiero quedarme atrapada en septiembre de 2021”, dijo Muñoz y agregó, “y quiero poder mirar a mis hijos y decirles que hice todo lo que pude para obtener respuestas y evitar que esto tan horrible que le pasó a su abuelo vuelva a suceder”.
Muñoz también quiere que se recuerde a su padre por su perseverancia y generosidad, por su historia de pasar de ser un trabajador agrícola migrante a un padre de hijos con carreras profesionales: dos profesores y un asistente médico. En honor a su padre, los hermanos han creado una beca en Roma High School para estudiantes que trabajan en el campo como él lo hizo en su momento.
“Técnicamente, se le considera una víctima, pero era una persona tan fuerte que su nombre no debería ser: ‘Oh, es sólo una víctima’”, dijo Muñoz. “Él representaba tantas cosas, y representaba el sueño americano”.
Nota del editor: la pareja del escritor, que no participó en la producción de este artículo, trabaja en el Proyecto Defensa Laboral.
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